Salvemos el Valle de Toluca (segunda parte)

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El Valle de Toluca, si bien no tiene manglares, ni es parte de un ecosistema marino, perfectamente podrí­a entenderse como una biósfera en ambiente urbano, de acuerdo a la figura impulsada dentro del Foro de Reservas de Biósfera en el marco del programa Hombre Naturaleza de la UNESCO debido a varios atributos tales como: su periferia rural y rural-urbana, la zona agrí­cola, el Nevado de Toluca, las Ciénegas y el propio rí­o Lerma, entre otros, sin embargo, hoy el recurso suelo, un recurso natural escaso, sigue utilizándose indiscriminadamente como lo muestra el hecho de que de acuerdo con Centro Eure, en los últimos 30 años la población del valle de Toluca creció 3,6%, pero el área urbana lo hizo un 26%. Este crecimiento horizontal induce en las personas la necesidad de desplazamiento, necesidad que de acuerdo al Centro Mario Molina (CMM) se resuelve en un 75.5% mediante el sistema de transporte público (aunque éste alcanza un 65% de insatisfacción entre los usuarios)  o en un 17.5% por medio del automóvil, lo que trae consigo altos costos ambientales, económicos y de espacio público, ya que este patrón de movilidad es responsable aproximadamente de entre un 30% y 35% del total de los gases de efecto invernadero (GEI) de la región; otro hallazgo del estudio del CMM para el VT es que el automóvil es la opción más costosa en términos económicos ya que obliga a gastar en promedio $1,166.00 pesos mensuales a diferencia de los $147.00 pesos empleando a la bicicleta como medio de transporte; finalmente, ese 17.5% de la población que emplea el automóvil ocupa aproximadamente entre el 70% y el 80% del espacio público dedicado a infraestructura vial en detrimento de ese 82.5% de la población que ve limitada su oferta de espacio a un 20% o 30% del total disponible.

Quizás dos de los datos más reveladores en el Estudio del Sistema Integral de Movilidad Sustentable para el Valle de Toluca del CMM que pueden guiar la toma de decisiones es que “88% de los ciudadanos encuestados apoyan totalmente una polí­tica que permita destinar carriles exclusivos para el uso de bicicletas, siendo la medida más aceptada”. Por otro lado, el mismo estudio refiere “En el caso de las propuestas que promueven o facilitan el uso del auto particular, únicamente 10% de los encuestados apoya la continuidad en la construcción de más estacionamientos, ví­as rápidas o segundos pisos de cuota. En el otro extremo, un porcentaje similar de los encuestados (52%) ya manifiestan estar totalmente en desacuerdo de estas medidas, probablemente evidenciando la necesidad de buscar nuevas alternativas de movilidad para la ciudad”.

El tiempo es un recurso no renovable, para el Valle de Toluca está próximo a agotarse, más aún porque están latentes los riesgos por posibles proyectos inmobiliarios o de infraestructura que se promueven bajo la bandera del desarrollo económico; debemos elegir entre llegar al punto de no retorno donde el VT se convierta en un monstruo urbano insostenible (por sí­ mismo) como el Valle de México o apostar realmente por convertirla en un referente a nivel internacional de una región metropolitana de bajas emisiones, a partir de un trabajo serio, estratégico y sostenido en el tiempo.

Debemos elegir entre una polí­tica de ciudad que privilegie a la movilidad sustentable o seguir extendiendo unos cuantos años más un modelo agotado basado en el uso excesivo del automóvil. Concretamente, debe ordenarse el transporte público actual integrándolo con lo que debiera ser un sistema metropolitano de bicicleta pública, así­ como con el futuro tren interurbano Toluca -México para brindar la posibilidad de realizar viajes multimodales combinando indistintamente el caminar con la bicicleta, el uso de mejores autobuses y el tren. Lograr hacer esto, no debe significar la indulgencia para construir más infraestructura que aliente el uso del automóvil, ya que serí­amos diagnosticados con esquizofrenia proyectual, por ejemplo, de haber tenido un proceso de diálogo, pudo haberse reflexionado y reparado en que con la llegada del tren, cuya premisa es reducir los viajes en automóvil entre el Valle de México y el Valle de Toluca, no tendrí­a que haberse construido el segundo piso de la carretera en el tramo Lerma-Marquesa, entre otras razones porque esta obra simplemente detonará el fenómeno conocido como demanda inducida, donde más gente se sentirá motivada a usar el automóvil; esto sin mencionar el embudo que se estará formando bajando de este segundo piso, o las TonCO2e que se seguirán emitiendo, ni que decir del dolor que aún se siente por la pérdida de bosque, suelo y belleza paisají­stica que no podrá ser recuperada ni plantando 10 árboles por cada uno retirado (por cierto, todos en un solo predio no contiguo a la zona impactada negativamente).

Hoy debemos elegir entre una polí­tica de ciudad que convierta al Valle de Toluca en una región de bajo carbono, en una zona de bajas emisiones o replicar las fallas del Valle de México. Debemos preservar las Ciénegas del Lerma; establecer las zonas de inundación natural que no puedan ser urbanizadas; limitar las autorizaciones para desarrollos inmobiliarios a las márgenes del rí­o Lerma (hoy, ya están en proceso); sanear este importante cuerpo de agua; evitar la contigí¼idad fí­sica del VT con el VM en beneficio de la Sierra de las Cruces; gestionar de manera sustentable el Nevado de Toluca; mejorar la calidad del aire de toda la región; realizar una gestión integral de los residuos sólidos estableciendo, por ejemplo, un gran corredor del reciclaje; en fin, modelar el Valle de Toluca para crear una ciudad compacta, coordinada y conectada. Una ciudad donde las soluciones no pasan por la inmediatez de los puentes vehiculares ni los pasos a desnivel, mucho menos por los túneles que nos conducen a ninguna parte.

México tiene el compromiso a nivel mundial para alcanzar el 30% de reducción de gases de efecto invernadero por el año 2020 y del orden del 35% para el año 2024. Este objetivo implica revisar la Estrategia Nacional del Cambio Climático, misma que ha establecido una estrategia importante, “Moverse a modelos de ciudades sostenibles con sistemas de movilidad, de gestión integral de residuos y con baja huella de carbono”.

Toluca será sede en abril próximo de la reunión regional de las Naciones Unidas, sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, en el que habrán de participar autoridades, académicos, organizaciones civiles y de la iniciativa privada de 33 paí­ses de América Latina y el Caribe. Este magno evento bien podrí­a aprovecharse para lanzar un gran anuncio y compromiso, hacer del Valle de Toluca una región modelo en materia de sustentabilidad, una región de bajo carbono que ayude a la consecución de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Para lograrlo, los 22 municipios que conforman la Región Metropolitana del Valle de Toluca debieran trabajar en bloque acompañados por el gobierno del Estado de México y respaldados por el gobierno federal para contar, de entrada, con el í­ndice de Prosperidad Urbana (CPI) del Valle de Toluca, este í­ndice impulsado por ONU-Habitat tiene como propósito brindar información acerca de distintas áreas de atención estratégica en cada municipio, así­ como acercar mejores prácticas de gobiernos locales que puedan ser replicadas. Junto con el CPI, el Valle de Toluca debiera contar con un Plan de Acción Climática Regional (Toluca es el único de estos municipios que cuenta con este instrumento publicado en enero de 2012), ya que en él se inscriben las estrategias en materia de movilidad, energí­a, residuos sólidos, espacio público, agricultura, e industria susceptibles de recibir fondos nacionales o internacionales de la lucha contra el cambio climático. El PACMUN sumado al índice de Prosperidad Urbana son herramientas fundamentales para guiar el proceso de toma de decisiones de los distintos gobiernos locales pero también de la región del VT.

En nuestra experiencia, algunos proyectos trabajados conjuntamente entre sociedad-gobierno-empresa, como Huizi, el sistema de bicicleta pública de Toluca, encontraron viabilidad gracias a estar soportados en plataformas tales como el propio PACMUN Toluca y el Pro Aire Valle de Toluca 2012 – 2017, hoy el reto está en gestionar éste y otros proyectos bajo una perspectiva metropolitana, replicar y escalar los beneficios en toda la Región Metropolitana del Valle de Toluca.

° Estudio del sistema Integral de Movilidad Sustentable del Valle de Toluca. Centro Mario Molina, 2016, pp 306 – 315.