Salvemos el Valle de Toluca (primera parte)

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Fundación Tláloc cumple este mes de febrero 15 años de trabajar por un México Sustentable; creemos en el poder transformador de las acciones locales siempre que éstas partan de la consciencia y del saberse insertadas dentro de un contexto global. Estamos convencidos del valor del trabajo coordinado, conjunto y colaborativo entre los sectores académico, gubernamental, privado y las organizaciones de la sociedad civil. Entendemos que la construcción de ese México sustentable parte de la construcción de ciudadaní­a ambiental, de manera que cada dí­a haya más personas en nuestro paí­s trabajando de manera organizada, informada y propositiva en torno a proyectos concretos que aporten a un México justo en lo social, lo económico y lo ambiental, entendidas estas dimensiones como un todo.

Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU, ha señalado que el mayor reto de la humanidad en este siglo es el Cambio Climático, así­ como la crisis alimentaria. Hoy sabemos, de acuerdo al Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), que este fenómeno es atribuible a las actividades (o lo que permitimos que suceda…) humanas.

Pasa el tiempo y, si bien en 15 años el tema ambiental ha ganado reflectores y se han tenido importantes avances, estos no son suficientes –todaví­a- para inclinar la balanza hacia la sustentabilidad. Sabemos que estamos dentro de un proceso global que requiere tiempo, confiamos que el despertar de conciencias pronto será exponencial y los proyectos de sustentabilidad irán en aumento, sin embargo, hoy seguimos siendo testigos, y a la vez actores, de distintos movimientos relacionados, baste recordar: Salvemos Sedagro (que permitió la construcción del Parque Ambiental Bicentenario PAB, en Metepec, Estado de México); Salvemos Cabo Pulmo (dirigido a proteger una reserva marina ubicada en Baja California Sur que alberga los arrecifes coralinos más importantes del Golfo de California); Salvemos Manglar Tajamar que ha consternado a más de uno; Salvemos la Laguna (que actualmente busca rescatar un manglar en la laguna del Carpintero en Tamaulipas); así­ como Salvemos Punta Nizuc (que apenas comienza con el propósito de evitar que otro manglar sea devastado en Quintana Roo). En todos los casos encontramos un área con alto valor ambiental, social y económico pretendida por desarrollos inmobiliarios de millones de dólares. Por otro lado, encontramos a las voces ciudadanas (las que sí­ lo son a veces deben evitar ser cooptadas por intereses particulares o partidistas), que desde esa trinchera buscan defender el patrimonio natural para las actuales y futuras generaciones haciendo tangible un principio de la sustentabilidad ¿Y las autoridades…?  No se puede generalizar, a veces se ha encontrado sensibilidad y apertura al diálogo, que permite construir un mejor proyecto, como el caso del PAB; lamentablemente en algunas otras ocasiones es muy tarde para actuar, aunque existiera la voluntad para hacerlo; mientras que otras veces hemos visto cómo se logra detener un proyecto, aunque siempre queda latente el riesgo de lo que otras autoridades en un futuro permitan y lo que nuevos capitales promuevan para impulsar el “desarrollo económico”, entonces, la historia se repite… La pregunta es ¿Por qué debe darse un movimiento social que le haga ver a las autoridades lo que de origen debieron considerar antes de autorizar tal o cual proyecto?

A lo largo de 15 años hemos aprendido que dos valores fundamentales en la construcción de un México Sustentable son la confianza y la cultura de la paz, primero a nivel personal, para luego pasar por las organizaciones, las instituciones, las empresas, las universidades y al paí­s entero. Cuando hablamos de la paz no lo hacemos únicamente desde la perspectiva de la agenda de la seguridad pública, sino desde la armoní­a y tranquilidad que deberí­amos gozar, sabedores de que existen instituciones que honran el objeto para el cual fueron creadas. Vivir bajo una cultura de paz es entender que no debiera ser noticia el trabajo conjunto entre sociedad-gobierno-empresa a favor de la sustentabilidad; los procesos colaborativos y participativos tendrí­an ya que haberse internalizado como una práctica común que construya gobernanza, por lo tanto, no deberí­a haber un conflicto permanente entre autoridades y ciudadanos detonado por proyectos inmobiliarios.

Las voces que promueven la guerra dicen que ésta no tiene como propósito ser ganada, sino que continúe; nosotros somos ciudadanos partidarios de la paz entre la sociedad y las instituciones pero también sabemos que la no violencia demanda acción, la nuestra es desde hace 15 años construir ciudadaní­a ambiental, es decir, contribuir a que cada dí­a haya más personas que vivan en una actitud permanente de cuestionar el orden las cosas, pero que lo hagan con plena conciencia, de manera informada y propositiva, asumiéndose como corresponsables de la realidad que vivimos y por lo tanto decidan involucrarse activamente en la implementación de las propuestas que generan.

En la segunda parte abordaremos los retos actuales, los riesgos pero también las áreas de oportunidad para hacer del Valle de Toluca una región de bajo carbono.

Imagen: Archivo Fundación Tláloc