Consumo responsable

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El consumo es fundamental ya que permite la satisfacción de las necesidades. Todos consumimos oxí­geno, agua, alimentos, otros bienes y servicios para poder vivir y disfrutar de cierta calidad de vida.

El consumo implica apropiación, uso y generación de desechos, por lo que tiene implicaciones sociales y ambientales.

El consumo de bienes escasos afecta la disponibilidad de los mismos para los demás seres vivos, mientras que la emisión de desechos puede generar una acumulación nociva que dañe el equilibrio ecológico, afectando todas las formas de vida. Por su parte, el consumo de servicios también desencadena su propia cadena de apropiación-uso-desecho con las implicaciones comentadas.

Si bien todos tenemos el derecho a vivir (DUDH 3) y a gozar de una buena calidad de vida (DUDH 25), también tenemos deberes respecto a la comunidad (DUDH 29) y el ejercicio de nuestros derechos se encuentra sujeto al respeto de los derechos de los demás[1]. Precisamente de aquí­ es donde se deriva el concepto de un “consumo responsable”, es decir, aquel acto de consumo donde se reflexiona sobre el impacto que la acción tendrá sobre la comunidad y el entorno.

A partir de la década de los 50, ante el estí­mulo de agentes socio-económicos, se ha generado el fenómeno del consumo excesivo, producto de una sociedad enajenada donde el deseo sustituye a la necesidad como motor de consumo y se actúa impulsivamente para consumir todo lo que se antoja, ví­ctima de “necesidades” creadas para promover la actividad económica en “un sistema ecológicamente depredador, socialmente injusto y culturalmente alienado”[2]. Convirtiendo al consumismo en la principal causa del desequilibrio ambiental que padecemos.

En oposición al consumismo, el consumo responsable atiende la oportunidad que genera el gran poder transformador que el consumo tiene, para utilizar el consumo como un arma de combate a la negligencia en temas ambientales y sociales por parte de los agentes económicos que ofrecen bienes y servicios. Ayudando a empoderar las causas más dignas y respetuosas del bien común, podemos transformar el nefasto cí­rculo vicioso del consumismo en un proceso de búsqueda de mejores formas de vida.

Tú puedes ser un consumidor responsable.

¿Qué debemos hacer como consumidores responsables?[3]

  1. Procurar un nuevo estilo de vida más amigable con el ambiente.
  2. Ejercer el poder de compra. Reclamar mejores productos y servicios, con una visión integral de los aspectos sociales, económicos y ambientales que el producto o servicio implica.
  3. Capacitarse y educarse, para estar bien informados.

Cuando vas a comprar algo, debes preguntarte[4]:

  • ¿Para que lo necesito?
  • ¿Puedo reutilizar algo que ya tengo?
  • ¿Lo puedo hacer con lo que tengo?
  • ¿De dónde viene?
  • ¿Quiénes lo hicieron?
  • ¿Cómo se fabrica?
  • ¿Qué materias primas intervinieron?
  • ¿Qué recursos se afectaron?
  • ¿Qué ecosistemas se pudieran haber transformado?
  • ¿Qué contiene?
  • ¿Cómo es la publicidad que se usa para venderlos?
  • ¿Cómo está embalado?
  • ¿Qué pasa al final, cómo se desecha?

Fundación Tláloc te invita a unirte a nuestro movimiento sobre consumo responsable en el Decálogo  Sustentable y convertir tus acciones cotidianas en elementos de cambio y transformación, hacia una sociedad más justa y ambientalmente sostenible.

[1] http://www.un.org/es/documents/udhr/

[2] ) http://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/7671/tobam.pdf?sequence=3

[3] ) Plática sobre Consumo Responsable de Ing. Rocí­o Franco Castillón (Somos Mundo y Fundación Tláloc).

[4] Ibí­dem