Esta dura y espléndida tierra, con montañas rocosas cubiertas de nieve, fríos arroyos cristalinos, frondosos bosques de cipreses, enebros y fresnos, es tanto mi cuerpo como lo que ves ante ti. No puedo separarme de esto ni de ti. Nuestros muchos corazones comparten un único latido.
del Cantar del Rey César
Con estas palabras extraídas del Cantar del Rey César, pareciera tan simple entender que para alcanzar la sustentabilidad no es suficiente buscar un equilibrio entre la naturaleza y la sociedad, sino que somos un todo, ni siquiera se trata de la suma de las partes, se trata de romper con nuestra vieja idea de que la naturaleza está allí separada de “nosotrosâ€, debemos ir más allá, abrazar la idea de que somos un todo y, por lo tanto una Unidad, indivisible, sin partes, sólo eso, una Unidad.
Quizás es necesario entrenar nuestro pensamiento para lograr una aprehensión del mundo en estos términos, ya que hemos crecido bajo una lógica en la que damos por descontado que podemos servirnos de la naturaleza, dejando a nuestro criterio y poder- el nivel de consumo que hacemos de ella, con los consabidos resultados que hoy estamos viendo y padeciendo. Trascender esa lógica dualista, la visión hombre-naturaleza, induce una variable altamente anhelada en la búsqueda de la sustentabilidad; el respeto.
No es acaso que ante el mínimo dolor en nuestro cuerpo buscamos la manera de que no siga esa sensación; retiramos la mano de aquello que nos esté dañando, tomamos algún medicamento, nos damos un pequeño masaje, pero lo más importante, aprendemos de donde viene ese dolor manteniéndonos atentos a evitar pasar por lo mismo nuevamente. Entre mayor es el dolor experimentado mayor será nuestra memoria celular que alerta estará advirtiéndonos de algún posible peligro. Haciendo una analogía, la Unidad de la que hablo es como nuestro cuerpo entero, donde lo mismo es la naturaleza como la sociedad nuestra piel, mano, corazón; razón por la cual nuestro actuar debería estar orientado a cuidar ese cuerpo naturalezasociedad, cada una de nuestras acciones tendrían que pasar por el filtro de no dañarlo, sí crear, desarrollar y cultivar las potencialidades de ese cuerpo, pero sin lastimarlo, respetar lo que contemplamos o percibimos sería una forma natural de relacionarnos porque sabríamos que en eso que observamos también estamos nosotros, que no es aquello, sino un todo donde somos una Unidad.
Estamos en la víspera de un diálogo internacional donde deberían alcanzarse grandes acuerdos en la lucha contra el cambio climático. Deberán asumirse medidas y compromisos globales sin desconocer el valor de las acciones locales, para prevenir, mitigar y adaptarnos a los efectos negativos del cambio climático. La COP 21 tendrá sede en París, Francia, una ciudad lastimada recientemente de una forma que no se veía (en ese país) desde la 2ª guerra mundial, por lo que puede ser escenario de una cumbre que vea a la agenda ambiental ser rebasada por la agenda de seguridad internacional; ojalá comprendamos que ambas agendas tienen un componente común, ver a los demás y a nosotros mismos como una Unidad; la seguridad alimentaria, la seguridad de las personas y la seguridad de las naciones pueden gestionarse partiendo del respeto, del respeto a los ciclos de la tierra, del respeto a los ritmos climáticos, del respeto para que emerja el diálogo, del respeto a los propios límites de ese cuerpo naturalezasociedad.